Cuando Aima crea es difícil mirar fríamente las pinturas, decir algo de ellas lleva irremediablemente a decir algo de su personalidad. Cada lienzo, cada dibujo , cada color es un trozo de su vida. Cuando Aima crea, alrededor suyo no pululan las técnicas formales sino que es su propio universo el que le lleva y te lleva de una pintura a otra.
Toda su obra plástica respira un dinamismo vital y en cada una de ellas se percibe el espacio como un lugar para la meditación y un lugar para aceptar los cambios de la vida. Un mantra lanzado a ese destino sin rostro pero con el que hemos de convivir en cada instante.
Cuando Aima crea, las formas simbólicas se ramifican como árboles, los círculos y las espirales contienen un potencial de energía atrapado en su interior y los colores se desparraman por la superficie dialogando con la figuración.
Invito al visitante de esta exposición a adentrarse en la obra de Aima lanzándose a la observación sin prejuicios, sumergiéndose en ese flujo pictórico y respirando de ese universo donde los misterios juegan al escondite.
Josu Rekalde